El encanto de las letras
Sin tenerlo en mente, me encontré con un pedazo de mí, de
mi pasado, de mi historia. Revoloteaba por mi vida una rutina incesante,
insidiosa, necia; y de pronto, en un trozo de papel amarillento, casi invisible
por el paso de los años, una dirección web, que por azares del destino llamó mi
atención.
Y allí estaba, el código alfanumérico que me dirigiría a
un viaje al pasado, el antiguo blog que un día sembré, y por diferentes razones
dejé desfallecer en el ciberespacio, sin mayor cuidado que el de algunos
esporádicos lectores, que por error o curiosidad, llegaron a ese simple y
prematuro lugar, donde guardaba algunos de los escritos surgidos de algunas de
las tantas ideas locas que rondaban mi cabeza años atrás.
Durante casi 5 años, ese pedazo de ciberespacio deambuló
solo y olvidado, sin nuevas ideas que lo nutrieran, sin nuevos lectores que
aportaran sus críticas, sus comentarios, sus perspectivas.
He de confesar que no soy un bloguero experto, ni antes
ni ahora, y menos considerando los miles de elementos que ahora enriquecen los
blogs de alta calidad (y consumo); no, más bien, este espacio es un lugar en
donde puedo soltar algunas ideas para que corran libremente por el Internet,
con la única esperanza de recolectar ideas nuevas, frescas, diferentes.
Es así como tras un largo y casi mortal descanso de las
letras, ese peculiar e inexplicable encanto que portan, me sedujo nuevamente para
atreverme a escribir, con más conocimientos sobre la vida, y con la única
intención de conocer y exponer ideas, perspectivas diferentes sobre hechos de
la cotidianidad.
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