Cerrar la ventana de un nuevo mundo
¿A quién no le ha ocurrido
sentir nostalgia cuando una buena historia llega a su final? Y no, no me
refiero solamente a situaciones de la vida real, sino a ese sentimiento que nos
genera terminar las páginas de una buena historia, de un buen libro. Y es que,
habiendo tanta literatura en la actualidad, toparse con un buen libro resulta
bastante relativo. Ya que hay tanta literatura como gustos y tipos de lectores,
así que ostentar con presunción un criterio literario universal, resulta cada
vez más “pretencioso”. Claro, dejaré por fuera de mi comentario a aquellos
grandes eruditos de las letras que sí se dedican específicamente a la materia;
más bien, me refiero a los millares de lectores aficionados que tomamos un
libro con intención premeditada o simplemente porque nos cautivó algo del
texto; aquellos que paseamos por librerías buscando autores específicos o
aquellos aventureros y aventureras que sin tener un libro en mente, se embarcan
en los océanos literarios de una venta de libros, con el único afán de tener
suerte y realizar una buena pesca en los títulos escogidos.
Sin importar el caso, es
indescriptible esa sensación de nostalgia que nos inunda cuando se llega al
punto final de una buena historia, que ya sea por horas, días o incluso meses
(según la velocidad del lector) nos ha cautivado; cuando se repiensan las características
de los personajes que a través de la habilidad del autor, han podido hilvanar
una historia creíble, lógica y ante todo bien narrada, que nos lleva a imaginar mundos diferentes, extravagantes,
históricos, pictóricos, ficticios, crueles, amenos, alegres….los epítetos son
tantos que no se acabarían para describir las mil y una forma que un mundo
creado, a partir de letras, puede adoptar. En fin, muchas veces sin importar la
extensión del texto, sino más bien la habilidad creativa de quien la ha
escrito, podemos trasladarnos a vivir momentos verdaderamente únicos al lado de
nuestro personaje favorito, sentir en carne propia (a través de la abstracción
del pensamiento) lo que va ocurriendo a lo largo de la trama que elegimos.
Pese a que ya es un autor
famoso, Carlos Ruiz Zafón (CRZ), presenta una narrativa muy interesante,
fluida, contextualizada, lógica y muy agradable para el lector, ya sea el
asiduo o el principiante. Claro, seguro no está exento de críticas literarias,
por su habitual ficción construida o por algunos detalles más bien históricos
que pueden escaparse en la construcción literaria; sin embargo, he de mencionar
que CRZ es, desde casi el inicio de este siglo XXI, uno de los escritores más
afamados, y con suficiente razón, basta echarse un vistazo a la evolución
literaria que ha tenido a lo largo de sus obras, para evidenciar la calidad
narrativa que posee.
Para no divagar mucho, he de mencionar que terminada una de sus
obras iniciales (La trilogía de la niebla) he quedado encantado al conocer la
etapa inicial de dicho autor, ya que mi primer texto de él fue “La Sombra del
Viento”, un título que me dejó encendida la mecha de la curiosidad para ahondar
en sus obras. Es comprensible la diferencia en la narrativa entre esas primeras
obras y la misma reflejada en “La Sombra del Viento”, y es cuestión natural en
cualquier escritor, es decir, se va prestando atención a cada vez más elementos
que enriquecen la construcción narrativa, más allá de la trama misma.
Terminar La trilogía de la
niebla, con “Las Luces de Septiembre”, me permite hacer una retrospectiva
suficientemente amplia para reafirmar mi gusto por tal autor, por su calidad
narrativa y por la evolución que ha mostrado en sus textos.
Como a casi todo buen lector,
le gusta hablar (o en su defecto escribir) debo ser consciente y retomar el
hilo conductor del título de este escrito, y es que luego de compartir las aventuras
de Simone, Irene, Dorian, Ismael, Hannah sin olvidar por supuesto a Lazarus
Jann, me queda la nostalgia recargada en la memoria de las historias que página
a página fueron narrando, construyendo por un momento un mundo alterno,
ficticio, mágico pero narrativamente coherente de un relato seductor y
apasionado. La forma en que despide CRZ su historia es magistral, quizá para
muchos nada innovadora, pero la carta dirigida a Ismael por parte de Irene
resume su vida (no narrada) posterior a las aventuras vividas en el relato, lo
cual compagina de manera perfecta con la apertura de la obra, la cual a su vez,
es una carta de Ismael dirigida a Irene.
Es así como cierro una ventana,
que en su momento fue hacia un nuevo mundo, el mundo primero creado por CRZ,
hace ya más de una década; con la nostalgia de los tres relatos que componen
una pieza fundida en una trilogía literaria, dirigida en su momento a un
público juvenil, pero que por azares del destino, lo conocí de manera inversa,
es decir, de los libros más recientes
hacia los más antiguos, pero vale decir que en literatura, no siempre es un
elemento determinante el hilo cronológico, sino la intensidad con que se viven
las historias que el autor, en unas cuantas páginas, nos presta para visualizar
nuevas ventanas hacia mundos diferentes.
Cerrar una ventana a un nuevo mundo!!! Y abrir una nueva a un horizonte desconocido de letras ,emociones, sentimientos y personajes que proporciona el abrir un libro y devorar con hambre y excitacion cada palabra, para parrafo que te lleva a conocer lugares que no sabias, despertar sentimientos que no sabias que existian.
ResponderEliminarCon ellos puedes reir, llorar, emocionarte... Sin fin de experiencias que los que tenemos el gusto por la lectura podemos experimentar.
Muy buena narracion de la trilogia , tanto que has despertado esa curiosidad por vivir la emocionante experiencia que viviste al leer esta saga.
Hasta tu proxima publicacion saludos