Intolerancia y
contradicción
Antes que nada debo disculparme
con mis lectores, por la premura en que estas letras fueron escritas. Debido a
la coyuntura de cualquier país del mundo, no es extraño que las ideas broten
entorno a dichos fenómenos. Sin embargo, cuando me disponía a escribir sobre un
tema cualquiera, un comentario escuchado por azares del destino o quizá por la
premeditación cósmica, hizo girar mi atención hacia otro tema, fundamental y
lleno de arquetipos falaces.
La homosexualidad más que un
elemento “moderno”, debe ser abordado como una condición humana, pero no vista
con compasión, repulsión o marginación, sino en todo caso con la óptica de
diversidad, meritoria de respeto como cualquier otra. Y es que estas líneas, para algunos quizá
carentes de sustento teórico científico, surgen en el momento en que un fugaz
comentario, con contenido altamente seudo-religioso, atravesó la atmósfera de
un tranquilo y rutinario paseo en un bugs
de servicio público.
Cuando mi mente, divagando con
cualquier trivialidad imaginable en una ruta con embotellamiento vehicular, escuchó
el comentario feroz, impulsivo y casi mesiánico de un muchacho de
aproximadamente 25 años, quién se hacia acompañar de una muchacha de similar
edad, expresara las condiciones divinas que condenan a las personas “raras”
(homosexuales) al desamor, ira y exclusión de un dios occidental, generó que me
cuestionara dos elementos fundamentales. ¿Quién le habrá dado la potestad a
cualquier ser humano formado dentro de la cultura occidental para interpretar de
manera correcta e inequívoca la palabra de un ser intangible denominado Dios? ¿Y
es que acaso existe una condición que permita sobreponer una doctrina que
promulga el amor, como eje fundamental de su existencia, para la exclusión y
marginación de seres humanos con diferente orientación sexual? Desde la óptica
personal me resulta contradictorio que se promulgue el amor a través del
rechazo, la humillación e incluso la aplicación de violencia y ofensas contra
cualquier ser humano. Y es que la
doctrina cristiana occidental, en casi todas sus vertientes, profesa el amor y
el perdón, y nos manda incluso a aceptar un tormento terrenal que garantiza un
bienestar espiritual, pero que adolece de la tolerancia necesaria para aceptar
diversidades sexuales, con la amplitud que esto implica.
El segundo elemento cuestionable
es el machismo, el mismo elemento añejo y pernicioso de las sociedades,
empleado como un disfraz para pertenecer a una sociedad que rechaza lo
diferente, lo diverso, todo aquello que no se acopla a lo “socialmente”
establecido. Al respecto, recordaré un comentario tan banal y rígidamente
estructurado esbozado por el muchacho de cuya conversación surgió el presente
escrito. De manera memorística y perfectamente articulado el joven declamaba
los versículos del texto sagrado que, según él, condenaban a los homosexuales,
lesbianas y cualquier otra persona con diferente preferencia sexual, a un
castigo eterno; expresando en su argumentación que: “no es normal que a un
hombre le gusten las flores, o que sepa decorar nada; si lo hace
definitivamente es hueco” (término peyorativo utilizado en Guatemala para
referirse a una persona homosexual). Es decir, la conducta del hombre, y de
manera implícita la de la mujer, están socialmente pre fabricadas, y cualquier
conducta, opinión o postura que se aleje de ella resulta siendo “rara”.
Para no ahondar en más detalles,
que pueden ser debatidos desde muchas ópticas, expresaré que en ese momento justo,
cuando el bus se detuvo en una parada solicitada, una sensación de cólera y
frustración se apoderó de mi, porque comprendí que en esta aldea mundial,
existen personas obcecadas, que privilegian más ideas que jamás han cuestionado
y las anteponen a la misma dignidad humana.
Quizá las ideas expuestas
anteriormente son muchas y muy dispersas, quizá se esté a favor o en contra,
pero como siempre digo, no soy dueño de la verdad, sino un mortal que la intenta
buscar. Las ideas y las críticas siempre
serán bienvenidas, porque de la interacción entre dos o más personas, la
ganancia siempre será el conocimiento adquirido.
PD. Este artículo responde más a
una mera necesidad de expresar mi opinión, que a los rígidos parámetros de la
formalidad literaria.
Muy buen artículo Fernando, muy bien expresada la idea y comparto contigo la inquietud hacia la intolerancia de la diversidad y el miedo a respetar a los demás porque no encajan con la "sociedad".
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